Las naves espaciales Voyager de la NASA, lanzadas en 1977 y diseñadas para viajar fuera de nuestro sistema solar, llevaban dos fonógrafos conocidos como los Discos de Oro de las Voyager, que contienen sonidos e imágenes de la Tierra, destinados a hacer contacto con cualquier vida extraterrestre inteligente que pueda encontrarlos. A partir de la representación gráfica de algunos de estos sonidos, que viajan por el espacio hasta el día de hoy en espera de que alguien los descifre, Glenda León creó dibujos en forma de montañas que el artista y ceramista Nakada Naoto convirtió en arte cerámico tridimensional.
Aunque los discos han sido enviados al espacio, somos nosotros los que debemos escuchar urgentemente al planeta. Parecemos completamente ignorantes de lo que la Tierra necesita para estar saludable. Para sanar nuestro planeta, primero debemos escucharlo. En cierto modo, este es un intento de traer esos sonidos de regreso a la Tierra al recrearlos en el elemento que compone la tierra misma: la arcilla.

NASA’s Voyager spacecrafts, launched in 1977 and designed to travel outside our solar system, carried two phonographs, the Voyager Golden Records, containing sounds and images from planet Earth, intended for making contact with any intelligent extraterrestrial life that might happen to find them. From the graphic representation of some of these sounds, which travel through space to this day awaiting decipherment by someone, Glenda León created mountain-like drawings that artist and ceramicist Nakada Naoto turned into three-dimensional ceramic art. 
Although the records have been sent into space, it is us who must urgently listen to the planet. We seem completely ignorant of what Earth needs to be healthy. To heal our planet, we must first listen to it. In a way, this is an attempt to bring those sounds back home to Earth by recreating them in the element that compounds earth itself: clay.